Aprovecho mi breve estancia en Murcia para visitar el Museo de la Catedral, una exposición que ya había tenido la ocasión de contemplar en varias ocasiones y donde, tal y como recordaba, no permiten realizar fotografías.
El museo se encuentra en parte del antiguo claustro de la catedral, transformado en viviendas y comercios y después readaptado (o al menos en parte) para exponer este tesoro.
Accedemos al interior sobre las ruinas de la antigua mezquita mayor de Murcia, destruida tras la reconquista y sobre la que se levantó la Catedral. A la entrada nos recibe la campana conocida como "La Mora", cuyo lugar en la torre es ocupado por una réplica (La Nueva Mora).
RETABLO DE SAN MIGUEL |
Comenzamos visitando las tres capillas de la planta baja (Ntra Sra del Claustro, San Miguel y San Juan de la Clausura, donde encontramos magníficos retablos góticos entre los que destaca a mi vista el de San Miguel, obra del maestro de Puxmarín, que me llama la atención por aparecer en él en repetidas ocasiones el escudo del fundador de mi pueblo (escudo que también puede observarse en la clave de una de las bóvedas. También podemos observar el retablo de San Juan, obra de Jerónimo Quijano, autor de los primeros cuerpos de la torre catedralicia, o los de Bernabé de Módena. Junto a estos temples y oleos sobre tabla dorada encontramos numerosas muestras de orfebrería, en forma de cálices y custodias, y una brillante sillería acompañada de su fascistol, en la tercera capilla. También encontramos un sepulcro romano reutilizado por un noble del siglo XV.
Frente a la tercera capilla encontramos la que para mi es la mayor obra de orfebrería que resguardan los muros de la catedral: la Custodia del Corpus, flamante obra de Antonio Pérez Montalbo, en plata fundida y repujada y oro, de 1685. Junto a ella se muestra un grupo de esculturas, entre las que se encuentra la que posiblemente sea la cabeza de Santiago Apóstol, que coronaba el imafronte de la Catedral hasta que tuviese que ser desmontado por peligro de desprendimientos.
A lo largo de toda la visita se pueden contemplar marcas de canteros en las paredes del claustro.
Subiendo al segundo piso podemos contemplar claramente la estructura del antiguo claustro, ayudados por unas recreaciones que se encuentran situadas en puntos estratégicos, así como la maqueta. En primer lugar, nos encontramos con una recopilación de crucifijos renacentistas de una factura asombrosa, que dan paso a la sección contrarreformista, donde encontramos pinturas y esculturas de Santos y reliquias (Entre las cuales no encontré la gota de leche de la Virgen, que seguramente hayan retirado de la exposición). Destaca el cuadro alegórico de la Nave Eucarística, donde en la nave (la iglesia) se encuentra Cristo acompañado de Santos, repartiendo la Eucaristía a otros Santos que se encuentran en el agua, con evidentes problemas para mantenerse a flote. Corona el barco un cordero que porta una bandera.
SAN JERÓNIMO |
Avanzamos y llegamos a un crucificado salzillesco que da paso a una serie de obras relacionadas con la época de Luis Belluga. Al fondo de la perspectiva el famoso San Jerónimo de Francisco Salzillo, donde en el libro que porta se puede leer "D. Marín la mandó hacer. D. Fco. Salzillo A.D. 1755. Curioso cuanto menos el león que acompaña al santo, y es que no es de extrañar que Salzillo no supiese hacer un león si en su vida había visto uno. El resultado se parece más a un perro con peluca que al rey de la selva (Sin desmerecer a la imagen, por supuesto). Sin lugar a duda, destaco de el conjunto el crucifijo que porta en su mano mientras se golpea con la otra, una pequeña y soberbia pieza que suele pasarse por alto.
Completan la exposición numerosos retratos del entorno del cabildo catedralicio, cálices y custodias y un gran número de cuadros y esculturas de índole religioso.
En resumidas cuentas, en el Museo Catedralicio podemos observar la historia de un pueblo cristiano que deja manifestación de ello en las más diversas artes.
Muy buen comentario, Amen. Siento una particular inclinación por la escultura de Salzillo y eso que la escultura de esa época, de madera policromada, no es santa de mi devoción.
ResponderEliminarA mi me encanta la escultura religiosa barroca, y de eso en Murcia tenemos un rato, aunque también hay algún que otro espanto en madera estofada que déjelo correr...
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